Aunque negaré haber dicho esta cursilada, Ari es y será siempre tu mejor momento.
Ari era el Ăşnico lugar en el que querĂa estar. Ella era mi hogar.
Puso cara de cachorrillo abandonado y de forma instintiva me dieron ganas de abrazarle. Resistirme a Ă©l era cada vez más difĂcil. Leo emanaba la clase de magnetismo que es imposible ignorar. Ese que gira cabezas a su paso y atrae miradas allĂ por donde pasa. Y yo, desde luego, no era inmune a Ă©l.